El matador violó dos órdenes de alejamiento emitidas por una Corte de Familia
NUEVA YORK._ Guimmia Villa, la farmacéutica dominicana asesinada la semana pasada en Queens por su ex esposo, Alejandro Figueroa, había sobrevivido a dos trasplantes de riñón, operaciones a las que fue sometida hace varios años por padecimientos renales. En medio del luto que abate a la familia de la profesional criolla que llegó a Estados Unidos a los seis años de edad, graduándose de Técnica en Farmacia en el Long Island City Community College, se recordó la fortaleza como mujer luchadora de Villa, madre de dos hijos procreados con su verdugo. El asesino dejó una confesión manuscrita, según dijo la policía.
Figueroa, la ultimó de un balazo en la cabeza el jueves de la semana anterior, mientras ella laboraba en su puesto de cajera en la farmacia “Media Luna Roja” en la avenida 34 de Queens. El asesino, que luego se dio un balazo también en la cabeza en su apartamento, le llevó un ramillete de flores rojas y amarillas y le dijo “siempre te amaré”, momento en el que le hizo el disparo fatal.
La relación de la rajeta fue turbulenta y el hombre no la dejaba en paz después que ella decidiera el divorcio para separarse de él, pese a que una corte le había emitido dos órdenes de alejamiento, una en el 2009 y otra en el 2010. La primera restricción expiró en abril del año pasado y ella la renovó, temerosa de que pasara lo que finalmente llegó. La segunda orden fue autorizada por un juez de la Corte de Familia y expiró el 25 de enero..
Figueroa, violó repetidas veces la disposición judicial y llamaba a Villa, amenazándola con matarla, eliminar a los dos hijos de ellos (Alexander de 9 y Nelson de 6 años de edad) y quitarse él la vida. Su pronóstico se cumplió, pero por suerte, los menores no fueron tocados.
La tragedia ha conmocionado a la ciudad y ha logrado amplia difusión local y nacional en medios anglófonos e hispanos de los Estados Unidos. Figueroa, había cumplido sentencias en la cárcel de Rikers Island por narcotráfico, posesión criminal de un arma de fuego y robo en menor cuantía. La policía lo buscaba para interrogarlo sobre la situación con la mujer.
Yajaira Villa (28), hermana de la víctima dijo que el matador frecuentemente acosaba a su pariente, reclamándole que le dejar ver sus hijos y nunca dejó de amenazarla. “Todo el tiempo la mantenía bajo presión para que ella volviera con él”, añadió Yahaira.
Criticó a la policía del cuartel 114 donde su hermana se había querellado más de una vez. Sostuvo que los agentes debieron haber arrestado a Figueroa cuando se denunció que estaba violando las condiciones de la orden de protección.
El Departamento de Policía no ha respondido a las críticas de la familia. El asesino suicida se fue a su apartamento en la avenida 36 y allí, se mató dándose un balazo en la cabeza. No dejó ninguna nota ni previamente habló con nadie al respecto, pero las constantes amenazas contra la mujer, hablaron por sí solas. Una semana antes de ser asesinada, Villa había regresado a la corte en busca de ayuda.
Clientes que estaban en la farmacia en el momento del crimen, dijeron creer que el hombre había ido allí con motivo del Día de San Valentín para llevarle las flores a Villa, las que finalmente resultaron ser un regalo ensangrentado y una justificación para él entrar al establecimiento.
Las órdenes de restricción emitidas en las cortes norteamericanas, prohíben que los involucrados hagan contacto directo, se acerquen a sus residencias, trabajos, se comuniquen por teléfono y en la mayoría de los casos a través de terceros.
Cuando uno de los afectados, denuncia a la policía que el otro ha violado esos términos, la uniformada está en la obligación de hacer el arresto. La violación podría conllevar hasta siete años en la cárcel.
Autor: Miguel Cruz Tejada
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