Arturo Martínez Moya
Autoridades hacen deducciones
basadas en indicadores simples
Mientras el mundo estuvo en recesión en el 2009, nuestras autoridades monetarias sorprendieron a la comunidad internacional informando que habíamos crecido 3.5%, a pesar de perderse 56,336 empleos. Nunca lo demostraron, lo dicho equivalía decir que había aumentado la productividad de las empresas que no cerraron y la de los trabajadores que retuvieron sus puestos de trabajo. Ahora anuncian que el crecimiento del 2010 fue 7.8%, con la creación de 160,208 empleos, similar al crecimiento de China y superando en casi en dos puntos porcentuales el promedio de América Latina y el Caribe. Una magia.
Resulta que en el 2009 no hubo tal crecimiento, la productividad no aumentó, la economía tuvo en recesión al igual que la del mundo. En el 2010 recuperamos parte del producto y el empleo que se perdió en el 2009, trabajaron algunas de tiendas, talleres, salones de belleza, fábricas y personas que lo dejaron de hacer en el 2009. Eso fue todo.
Las cifras del crecimiento han sido bromas de mal gusto, lo demuestro de inmediato: 1. Los economistas somos malos pronosticando el futuro, siempre suponemos y los supuestos pocas veces se dan. Los economistas sabios del mundo saben de la deficiencia que afecta la profesión, por eso son cautos para pronosticar. El cuidado no ha sido virtud de nuestras autoridades monetarias, se lanzan con afirmaciones increíbles, que chocan con la realidad; 2. Los que computan el PIB, hacen esfuerzos para lograr sus mejores estimados, pero la experiencia indica que casi siempre se alejan de la realidad. Al final, son más los supuestos que las estadísticas que recogen; 3. El PIB es un concepto de muchas estadísticas, procedentes de todos los sectores de la economía, muy pocas se obtienen directamente de las fuentes, el grueso “proviene de la bola de cristal que tienen las autoridades”; 4. En el país no existe un modelo sofisticado para pronosticar la economía, como en los Estados Unidos y el mundo desarrollado. Nuestras autoridades monetarias hacen deducciones, basadas en indicadores simples, construidos previamente, lo malo es que luego publican los resultados como verdad histórica.
Es decir, el PIB y su crecimiento no es más que un ejercicio de “magia”, que en un acto de fe todos nos ponemos de acuerdo para creer, con la condición de que no se exagere. Nuestras autoridades violaron el requisito, no solo dijeron que el crecimiento había sido muy alto, sino de calidad, con derrames redistributivos, que los pobres y muy pobres del país se beneficiaron. Que la pobreza se había reducido a 33.2%, el nivel más bajo de la década, mejorando la distribución de ingreso entre los dominicanos. Es decir, regresó la magia.
En todo esto, qué papel juega el FMI? Se sabe que negocian el crecimiento, porque el programa no puede fracasar. Como conocen la realidad, no creen cuando se exagera, pero lo dejan de ese tamaño, porque al final es un problema interno de cada país. Y lo es, mientras nuestras autoridades dicen que la presión tributaria es 13%, el Conep y los economistas decimos que es 20%. La diferencia aumenta con los exagerados números del 2010.
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