NUEVA YORK._ En medio de una fiesta que se celebraba el domingo último en el local del “Club Social Guraberos de Newark”, un sospechoso al que la policía identificó ayer lunes como Jeremy Rojas de 20 años de edad, asesinó a balazos los nombrados Francisco Sierra y Gerardo Criado, de 19 y 28 años de edad respectivamente y residentes en Newark. El primero es dominicano y del segundo, se desconoce su nacionalidad. Las autoridades del condado Essex anunciaron que las agencias de la ley en coordinación con la policía local han lanzado un gran operativo para dar con la captura de Rojas, cuya nacionalidad no ha sido revelada hasta el momento.
El club que funciona en un pequeño local de la avenida Arlington y es mayormente concurrido por dominicanos, había estado entre los establecimientos más seguros del área, especialmente porque está próximo al destacamento policial y en un área con bajos índices de delincuencia y narcotráfico.
El hecho se produjo alrededor de las 3:40 de la madrugada, hora en que la uniformada recibió las primeras llamadas acerca del tiroteo, confirmó el sargento Huber Henderson de la policía de Newark.
Las víctimas recibieron varios impactos de balas, principalmente en la parte superior de sus cuerpos (zona superior del torso) y cuando los agentes llegaron a la escena estaban en un virtual charco de sangre y agonizando. Una hora más tarde ambos fueron declarados muertos en el hospital universitario de Newark.
Robert Laurino, fiscal del condado Essex en New Jersey, dijo que las víctimas estaban casi llegando al club cuando se originó el tiroteo, pero no detalló el origen ni el móvil. Anunció que la caza contra Rojas comenzó después que la corte emitiera una orden de arresto.
Héctor Rodríguez, profesor bilingüe en Elizabeth (New Jersey) le dijo a un periódico local que el negocio tiene una clientela pequeña, y a los miembros se les permite llevar invitados. El maestro dijo que estaba asombrado por la noticia de los asesinatos, porque el propietario, que es un amigo suyo se destaca por respaldar e equipos deportivos y a los niños de Newark. Rodríguez no cree que los involucrados en la tragedia hubieran sido conocidos o habituales en el club.
“La mayoría de los que venimos aquí, nos conocemos entre sí”, agregó el maestro y dijo que el establecimiento siempre fue considerado como un lugar seguro. Otros residentes en las cercanías del restaurante, se expresaron en similares términos a los del profesor Rodríguez.
Una mujer dijo que cada verano se ven a los integrantes de equipos deportivos en uniformes y acompañados por sus familias cuando van a cenar al negocio.
Familiares y amigos de las víctimas, se apersonaron frente al negocio para improvisar altares y dejar candelabros, velas, velones, flores y mensajes alusivos. Los muertos, crecieron en el mismo vecindario y estudiaron en las escuelas de la vecindad.
Danny García, un cercano de las víctimas recordó que ambos, eran conocidos por casi todo el mundo en la zona y por largo tiempo. Glorivel Algea dijo que había visto por última vez a Sierra hacía dos días antes de los asesinatos y que él, tenía muchos amigos. “Todo el mundo lo quería”, añadió.
Autor: Miguel Cruz Tejada
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