Con una mezcla de comicidad y dramatismo la fotógrafa Dina Goldstein retrata a uno de los matrimonios más envidiados de Norteamérica. Con sus fotos afloran las miserias y los secretos de una relación marcada por las presiones sociales
En las imágenes de In the doll house (En la
casa de muñecas) se nos muestra la cruda realidad del día a día en la casa de
uno de los matrimonios más famosos del mundo, el de Barbie y Ken. La fotógrafa
Dina Goldstein, famosa por otros proyectos en los cuales desmitificaba a las
princesas y los cuentos de Disney, ha desvelado lo que ya era un secreto a
voces: a Ken le gustan los muñecos y no las muñecas, como Barbie en el fondo
presagiaba.
Ken, que ya no se molesta en disimularlo,
decide desayunar con sus zapatos de tacón preferidos y por las noches lee
revistas de temática femenina. Sueña con fornidos militares que le salvan a
media noche de la tragedia y se depila más a menudo que su mujer.
El dramatismo plastificado de las escenas
evoca algo más que una simple comicidad por lo conocido de sus personajes, se
trata de las tragedias con la que cada persona debe lidiar y de lo ficticia que
resulta la perfección.
Finalmente Barbie pilla a Ken con otro en
la casa de muñecas y cae en un proceso de autodestrucción que le lleva al
suicidio. Intenta vestirse de hombre y cortarse el pelo a lo «garçon» para
salvar su matrimonio pero parece que nada funciona.
Aunque Goldstein afirma no ver a Barbie
como una mala influencia para las niñas si que observa que «representan la idea
de que la belleza es poder y, por tanto, la clave para una vida feliz».
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