Baltimore, Maryland, una importante ciudad en la costa este de Estados Unidos, cerca de Washington DC, ha adoptado una política para atraer más inmigrantes a que echen raíces, abran negocios y empiecen a hacer sus vidas y construir su futuro ahí. La ciudad ha estado perdiendo población a un ritmo constante en las últimas décadas, con efectos negativos sobre la economía.
Además de promover programas de
educación, acceso lingüístico y de concientización ciudadana, la alcaldesa
emitió una orden ejecutiva que prohíbe a las autoridades locales cuestionar el
estatus migratorio de inmigrantes.
La
iniciativa es contraria a lo que está sucediendo en muchos otros lugares de
EE.UU. como Arizona y Alabama, que han adoptado estrictas leyes antiinmigrante.
Algunos críticos acusan a la ciudad de estar convirtiéndose en un santuario
para indocumentados.
A gusto
En
Baltimore hay comunidades provenientes de África y Asia pero la que está
creciendo más rápidamente es la latina, atraída por las perspectivas de
prosperidad y el ambiente relajado que encuentran.
"Oficialmente
hay unos 26.000 latinos en Baltimore", dijo a BBC Mundo Catalina
Rodríguez, coordinadora de Asuntos Hispanos de la Alcaldía. "Pero sabemos
que los números son más altos".
Esa
cifra, aunque no se ajuste a la realidad, representa un crecimiento de más del
doble de hispanos en la última década.
La
mayoría proviene de México, pero también los hay de América Central y el
Caribe. Una de las nacionalidades que se está empezando a sentir es la
ecuatoriana.
Por
orden de la alcaldesa Stephanie Rawlings-Blake, ningún recurso de la ciudad
puede ser utilizado para "investigar, cuestionar, detener o arrestar a un
individuo en base a que haya, o se sospeche que haya, una violación de las
leyes federales de inmigración".
"Aquí
puede uno salir tranquilo, sin sentir esa presión de que lo vayan a
parar", expresó a la BBC Alma Rivera, una hondureña que llegó
indocumentada a Estados Unidos y se asentó en Baltimore. "Yo estoy
enamorada de Baltimore", confesó.
Hace
un año, Alma Rivera logró legalizar su estatus migratorio y trajo a sus hijos a
vivir con ella. Los menores residen con una visa especial, están matriculados
en las escuelas públicas y adelantan el proceso para ser residente
Confianza
"Queremos
atraer a 10.000 familias en los próximos diez años", afirmó Catalina
Rodríguez, "y que se corra la voz de que aquí están bienvenidos".
La
ciudad tiene programas adicionales guiados a mejorar las relaciones entre las
autoridades y las comunidades extranjeras. Estos incluyen un servicio
telefónico de intérpretes disponible las 24 horas del día en caso de que un
agente no entienda el idioma en que le habla el inmigrante.
La
funcionaria de la alcaldía realiza además un trabajo para generar consciencia
entre el cuerpo de policía sobre las diferencias culturales que pueden existir,
así como sobre los diferentes documentos que un inmigrante puede cargar y que
pueden ser aceptados como formas de identificación.
Según
Rodríguez, uno de los obstáculos que buscan resolver es la falta de confianza
que hay entre los inmigrantes y las autoridades por el temor de los primeros a
que les pidan prueba de su estatus migratorio legal.
"Muchos
crímenes y abusos no se reportan por ese miedo", señaló la coordinadora de
Asuntos Hispanos, recalcando que la iniciativa también va dirigida a mejorar la
seguridad.
Sin
embargo, hay quienes interpretan la medida de la alcaldesa como una licencia
para violar la ley que le cuesta a la ciudad y no la hace más segura.
"La
policía local es la primera línea de defensa de la ciudad y no podemos atarles
las manos para que no puedan hacer su trabajo. Eso le abre el camino a más
crimen", manifestó a BBC Mundo Tom Fitton, presidente de Judicial Watch,
una fundación conservadora que aboga por transparencia, integridad y
responsabilidad en los asuntos de gobierno, política y justicia.
"No
dejamos de arrestar a narcotraficantes y prostitutas porque queremos que tengan
mejores vías de comunicación con la policía", argumentó.
Fitton
aseguró que, según las encuestas de su organización, hay poco apoyo público
para lo que catalogó de un "santuario" para los indocumentados y que
hay una brecha entre lo que los políticos proponen y la voluntad del electorado
"El
adoptar una medida de santuario no tiene nada que ver con un gesto humanitario.
Lo hacen porque quieren obtener el voto hispano. Es pura política",
insistió.
Lo
que sí es cierto es que la iniciativa de la alcaldesa tiene un ángulo
económico. La disminución de la población representa menos movimiento económico
y menos reacudo de impuestos.
Los
inmigrantes están abriendo más establecimientos y negocios para servir a su
comunidad y que las autoridades esperan eso le devuelva el vigor a Baltimore.
Por:William Márquez
0 comentarios:
Publicar un comentario