Los ideales del noble patricio Juan Pablo Duarte yacen sepultados en la mazmorra del olvido social y político, en que muchos de los que dicen defender dichos postulados se esgrimieron como defensores de la justicia y la decencia ciudadana.
Al celebrar un nuevo aniversario del nacimiento de quien fuera el ideólogo de la nación dominicana, los estridentes casos de corrupción que han sacudido y sacuden nuestra sociedad, han llegado a una situación tal que los más perversos pensadores políticos de esta época se sorprenden con la impunidad que son tratados los mismos.
Los postulados de este egregio patriota dominicano que una vez creyó en la justicia al proclamar “ser justo lo primero si quieren ser felices”; estaba convencido de que nos puede haber tranquilidad espiritual, ni moral, ni social, si propiciamos con nuestros actos la implantación de un régimen donde impera la injusticia.
Juan Pablo Duarte, en tu tumba tus restos se revuelven de asco social al ver la degradación a que han sometido tus ideales, tus pensamientos de bien y tus propósitos de justicia social, donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco. Tus ideales que han sido tomado como bandera de lucha por los que aspiran a llegar a ocupar un lugar en la administración pública y se acicalan con tu pensamiento escondiendo el rostro de lobos rapaces, detrás de tus nobles ideales de libertad, justicia, respeto, paz, democracia, y sobre todo de gobernar para todos los dominicanos, no solo para un pequeño grupo de determinada parcela política.
Mira Juan Pablo Duarte nuestro país inmerso en una descarnada jornada electoral, una loca carrera por quienes pretenden mantenerse en el poder político a costo del envilecimiento social de cada elector a quien le han puesto un precio y por otro lado los que pretenden alcanzar la oportunidad de dirigir el estado con promesas huecas y lo que prometen que harán de llegar.
Juan Pablo Duarte, ese no fue tu estilo ni tu forma de ser en el quehacer político de cada día, hasta el punto que sacrificaste los recursos económicos tuyos y de tus familiares por una causa que creíste justa y necesaria; y fue tan grande tu convencimiento de libertad que nos aceptaste bajo ninguna circunstancia política ocupar cargo ninguno y como premio a tu desprendimiento político personal, te enviaron a morir lejos de la patria por quien te sacrificaste y sufriste el destierro por parte de quienes se adueñaron de tus ideales, y que hoy continúan ejecutando, aunque de manera más sutil el accionar de aquellos que te traicionaron y convirtieron tu lucha en una apetencia personal de adquirir riquezas económicas.
Juan de los supremos de ideales de justicia social, Pablo de la convicción de una libertad bajo la bandera de la dignidad, Duarte de la entrega a unos ideales sustentados por el honor, la honradez y el respeto. La patria llora de impotencia cuando charlatanes se cobijan bajo los nobles ideales de los trinitarios, encabezados y arengados por Juan Pablo Duarte y su olvidado juramento al honor y la lealtad.
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