SPRING VALLEY.- El matiz de una tragedia estuvo rodeado de lágrimas y suspiros de quienes asistieron este jueves al sepelio de LaShanda Armstrong y sus tres hijos, a los cuales ella decidió quitarle la vida en un arranque de impotencia sentimental.
La tragedia ocurrió cuando una atormentada mujer se sintió impotente ante las embestidas de la vida sentimental y decidió acabar con su existencia y la de los vástagos que había cobijado en su vientre materno. LaShanda Armstrong guió su vehículo hasta que lo deslizó por la rampa sumergiendo el mismo en las aguas del río Hudson, donde el hijo mayor de diez años logró abrir una ventanilla del vehículo y salió nadando para salvar así su vida de la muerte que había planificado su progenitora. Los actos religiosos del funeral de esta madre y sus hijos, fueron realizados en la iglesia Bautista de esta localidad, donde creció la madre homicida y donde dejó familiares y amigos que la recuerdan con afectos y alegría. Este funeral dejó en los asistentes y residentes de esta localidad, una estela de dolor compungido, pues a medida que avanzaba el cortejo fúnebre se podían ver en los rostros de las personas como raudales de lágrimas inundaban sus mejillas, en un gesto de impotencia o de una solidaridad en el amor de la comunidad.
. "El rabino Herschel dijo:" Mostramos nuestra fe a los pies, y las personas de muchas religiones y denominaciones fueron aquí para celebrar la vida de la señora Armstrong, "dijo el pastor. Al inicio del servicio, el reverendo Naomi Latture instó a los asistentes a mantener su fe. Latture señaló que el rey había dicho una vez la fe es "dar el primer paso cuando no se puede ver toda la escalera. Estos son los tiempos que Dios hace su mejor trabajo. "Cada banco estaba lleno y más de 100 de pie en los pasillos ya lo largo de las paredes de la pequeña iglesia como el reverendo Weldon McWilliams Jr. pronunció un panegírico de media hora para Armstrong.
McWilliams dijo que el servicio del jueves se celebraba "no hacer la familia triste, pero para ofrecer estímulo y para hacerles saber que Dios sabe todo sobre ella." Para aquellos que estaban luchando por encontrar respuestas a lo que había sucedido en la ribera de Newburgh esa noche, McWilliams dijo: "No nos queda saber todo.
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