La violencia constituye uno de los principales problemas en los barrios marginados, atrasa su desarrollo socioeconómico e influye también en el proceso de aprendizaje de niños y adolescentes que viven envueltos en esa realidad.
El entorno es un elemento de suma importancia en el crecimiento de un individuo, del que depende gran parte de su evolución. Es por eso que en las zonas en las que la delincuencia es parte de la vida diaria, los niveles educativos son más bajos en comparación con otros lugares.Los niños que viven en esos barrios son más propensos a sufrir depresiones y estados de ansiedad que se reflejan en su asimilación en el plantel.
“Esto aquí es un campo de batalla, a veces se oyen los disparos de la calle y los muchachos viven angustiados. Algunos se muestran agresivos y no quieren venir a la escuela”, explica el profesor Antonio Padilla, de una escuela de Buenos Aires de Herrera, Santo Domingo Oeste.
Los padres reportan que sus hijos incluso tienen pesadillas.
Aparte del ambiente, diversos factores intervienen en la formación de una persona, así lo plantea Mariela Soriano, especialista en la conducta humana.
"No es el hecho de que se críen en un sitio solamente lo que va a determinar el desenvolvimiento, ya sea en la escuela o en el hogar, está también el tipo de atención que reciben de parte de los padres y de los maestros, es cierto que hay barrios que no ayudan mucho, pero si la familia que es la medula de la sociedad, no aporta lo suficiente, entonces es muy poco lo que se puede sacar".
Contrario a todo esto piensa Dionisio Concepción, residente en Los Tres Brazos y padre de un menor de 15 años, quien a los 13 abandono la escuela luego de repetir varias veces.
Concepción justifica la evasión y alega que no todos los seres humanos tienen las mismas capacidades y que lo que es fácil para unos es dificultoso para otros.
"Al principio cuando dejó de ir a la escuela le reclamaba, pero después lo dejé, lo que estaba era quemándose a cada rato porque al parecer no estaba en eso, el estudio no es lo suyo, no todo el mundo nace para eso, además esto eso es lo que hay en este barrio, eso es lo que somos, que se dedique a otra cosa entonces", manifestó
A este caso, Soriano considera que es una falta de los padres que deben agotar todos los recursos y no respaldar esas situaciones.
"Ese tipo de postura por parte de la familia lo único que hace es contribuir al retraso, tanto del sujeto como al de la comunidad porque ahí es donde repercute".
El índice de deserción en los centros educativos, es más alto cuanto más violencia y drogadicción hay.
Jorge García, morador de Los Coquitos, en Santo Domingo Oeste, cita el ejemplo de un grupo de adolescentes de su barrio que a su corta edad se dedican a la venta y consumo de estupefacientes, luego de renunciar a los planteles.
"El más viejo tiene 19 años, los demás tienen entre 15 y 18, dejaron el liceo y andan por ahí metidos en drogas, eso da pena, yo se que este pedacito es malo, pero eso pasa más por el descuido de los padres que por otra cosa", afirma.
Las zonas marginadas de la capital son asociadas habitualmente con la delincuencia, pero dentro de tanta negatividad, hay personas de gran valor moral e intelectual, lo que muestra que si se refuerza el interés y el cuidado a los pequeños se puede lograr algo positivo.
Ciertamente, la violencia urbana es parte de la cotidianidad, y tiene gran impacto en el crecimiento individual y social.
“Esto aquí es un campo de batalla, a veces se oyen los disparos de la calle y los muchachos viven angustiados. Algunos se muestran agresivos y no quieren venir a la escuela”, explica el profesor Antonio Padilla, de una escuela de Buenos Aires de Herrera, Santo Domingo Oeste.
Los padres reportan que sus hijos incluso tienen pesadillas.
Aparte del ambiente, diversos factores intervienen en la formación de una persona, así lo plantea Mariela Soriano, especialista en la conducta humana.
"No es el hecho de que se críen en un sitio solamente lo que va a determinar el desenvolvimiento, ya sea en la escuela o en el hogar, está también el tipo de atención que reciben de parte de los padres y de los maestros, es cierto que hay barrios que no ayudan mucho, pero si la familia que es la medula de la sociedad, no aporta lo suficiente, entonces es muy poco lo que se puede sacar".
Contrario a todo esto piensa Dionisio Concepción, residente en Los Tres Brazos y padre de un menor de 15 años, quien a los 13 abandono la escuela luego de repetir varias veces.
Concepción justifica la evasión y alega que no todos los seres humanos tienen las mismas capacidades y que lo que es fácil para unos es dificultoso para otros.
"Al principio cuando dejó de ir a la escuela le reclamaba, pero después lo dejé, lo que estaba era quemándose a cada rato porque al parecer no estaba en eso, el estudio no es lo suyo, no todo el mundo nace para eso, además esto eso es lo que hay en este barrio, eso es lo que somos, que se dedique a otra cosa entonces", manifestó
A este caso, Soriano considera que es una falta de los padres que deben agotar todos los recursos y no respaldar esas situaciones.
"Ese tipo de postura por parte de la familia lo único que hace es contribuir al retraso, tanto del sujeto como al de la comunidad porque ahí es donde repercute".
El índice de deserción en los centros educativos, es más alto cuanto más violencia y drogadicción hay.
Jorge García, morador de Los Coquitos, en Santo Domingo Oeste, cita el ejemplo de un grupo de adolescentes de su barrio que a su corta edad se dedican a la venta y consumo de estupefacientes, luego de renunciar a los planteles.
"El más viejo tiene 19 años, los demás tienen entre 15 y 18, dejaron el liceo y andan por ahí metidos en drogas, eso da pena, yo se que este pedacito es malo, pero eso pasa más por el descuido de los padres que por otra cosa", afirma.
Las zonas marginadas de la capital son asociadas habitualmente con la delincuencia, pero dentro de tanta negatividad, hay personas de gran valor moral e intelectual, lo que muestra que si se refuerza el interés y el cuidado a los pequeños se puede lograr algo positivo.
Ciertamente, la violencia urbana es parte de la cotidianidad, y tiene gran impacto en el crecimiento individual y social.
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