NUEVA YORK._ Era un día de candente verano y andaba por el Barrio Chino en busca de las más recientes novedades tecnológicas e informáticas. Caminando por la calle Canal, se me acercó un oriental, quien en inglés me mostró un “Rolex” que a la luz del sol, brillaba como si estuviera hecho todo en diamantes. El famoso reloj, que los fabricantes sólo confeccionan por pedidos y para usarlo se requiere de un código especial de los manufactureros, era una copia exacta del original. El Barrio Chino (Chinatown), ha estado por años bajo la lupa de las autoridades federales que con frecuencia hacen allanamientos, redadas y cierran negocios, pero de nada les ha valido aplicar la ley para tratar de terminar con un mercado pirata que genera miles de millones de dólares al año y en el que se venden copias de los artículos más aclamados del mundo.
Especialmente aquellos que como ese “Rolex”, convierten en realidad el sueño de cualquier pobre y lo ponen a vivir virtualmente como el más despreocupado de los millonarios por sólo $250 dólares efectivos.
A partir de las próximas semanas, esa situación podría ser legalmente muy diferente. Las autoridades neoyorquinas buscan que los compradores de los artículos piratas, con énfasis en aquellos que acuden al Barrio Chino, paguen con cárcel sus gustos.
Más de 1.000 millones de dólares pierde la industria legal a causa de la piratería cada año y esa, es una de las razones por la que se quiere aprobar una ley que castigue con prisión y multas en metálico a los futuros infractores.
Por ahora, sólo se castiga al vendedor.
Chinatown, es reconocida mundialmente como la “Capital de la Piratería” y quienes compran sus copias allí, sostienen que nunca averiguan si lo que obtienen es pirata u original, simplemente pagan por lo que les gusta.
La pena sería de 1 años detrás de las rejas y 1.000 dólares en multa. La autora del proyecto legislativo es la concejal Margaret Chin, quien alega que las ganancias que deja ese tipo de ventas, generalmente es usada para financiar actividades ilícitas como el terrorismo o la explotación laboral infantil.
Muchos, se estarán preguntando si ese tipo de gustazo, valdría un trancazo.
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