María Vera alega que su hijo con daños cerebrales le pidió matarlo porque no soportaba más
NUEVA YORK._ En uno de los crímenes más estremecedores de las últimas décadas, una madre hispana de Queens, asestó una puñalada en el pecho a su hijo de 38 años de edad que sufría de Cerebral Palsis (daños cerebrales) de nacimiento, alegando que el vástago le pidió matarlo “para terminar el sufrimiento”. La homicida, Midgdalia Vera de 57 años de edad, fue arrestada y acusada de inmediato por asesinato en primer grado, por lo que podría enfrentar hasta 25 años en la cárcel. La víctima se mantenía en una silla de ruedas desde que vino al mundo. La mujer, que también dijo que dio “muerte misericordiosa” a René Vera, intentó suicidarse luego de matar al hijo.
Le dijo a la policía que la víctima le pidió la ayuda, cuando se dio cuenta de que la parálisis cerebral era demasiado aguda y lo abrumaba, quintándole el deseo de seguir viviendo. La madre utilizó un arma blanca más pequeña para tratar de suicidarse, apuñalándose en el lazo izquierdo del pecho, cerca del corazón.
Hasta el cierre de esta crónica, Vera estaba en condición estable en el hospital New York de Queens. Llamó ella misma al 911 luego de estar sangrando profusamente. El asesinato contra el hijo lo cometió en medio de una discusión con el occiso.
Según fuentes de la investigación, reveladas por el tabloide Daily News, el hijo tomó el cuchillo por sí mismo y le pidió a la madre que lo ayudara a matarse, declaró la hispana a los interrogadores.
Fue encontrado boca abajo en una cama con el cuchillo clavado en el pecho. Un segundo cuchillo más pequeño fue hallado en el piso y al lado de la misma cama. La fuente policial dijo que los investigadores estaban dispuestos a creer en la historia de la madre.
El esposo de Vera, abandonó el hogar, un apartamento situado en el complejo de viviendas públicas en Latimer. Vecinos de la madre asesina, la describieron como muy buena con el hijo y cariñosa que siempre llevaba al discapacitado a pasear a los parques del área.
Explicaron que nunca lo dejaba solo y lo atendía correctamente, bañándolo, ayudándolo a vestirse y dándole la comida. Dijeron que el difunto siempre tenía una sonrisa, aunque no podía comunicarse con mucha gente.
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