Un niño de 10 años se convulsionaba en el asiento delantero de una camioneta roja pickup de un exterminador de plagas y su cuerpo estaba empapado con sustancias químicas tan venenosas que intoxicaron a quienes lo auxiliaron.
Muy cerca, el padre adoptivo yacía en el suelo, rociado con gasolina y sin que reaccionara, aunque el hombre dijo después a la Policía que había intentado suicidarse.
El hallazgo más horripilante ocurriría horas después debido a que la gran contaminación con las sustancias tóxicas impedía el registro del vehículo.
El cadáver en descomposición de la hermana gemela del niño se localizó envuelto en bolsas de plástico y acomodado entre contenedores de sustancias químicas en la base del compartimento de carga de la camioneta que tenía una cubierta.
El menor se encontraba el miércoles en condición crítica, con quemaduras que se agravaban, la mayoría abajo de la cintura, sin que los médicos sepan qué sustancias químicas las ocasionaron.
El padre adoptivo, Jorge Barahona, también se encontraba en el hospital y afronta cargos agravados de maltrato infantil, aunque con seguridad se le fincarán más acusaciones.
Por su parte, un juez manifestó su furia y censuró a las autoridades encargadas de atención infantil porque no asistieron a los hermanos Victor y Nubia a peasr de que alguien había denunciado de manera anónima, el 10 de febrero, el maltrato de que eran víctimas.
Cuatro días después de la denuncia a un número telefónico de emergencias, un empleado de asistencia vial halló a los niños en la carretera Interestatal 95 en West Palm Beach.
El denunciante anónimo dijo que alguien castigaba a ambos gemelos, atándolos de pies y manos con cinta y metiéndolos en una bañera.
Autoridades de atención infantil creen que la niña esta casi muerta de inanición.
Las autoridades describieron un cuadro perturbador de Jorge y Carmen Barahona, pareja que había adoptado a los gemelos, un niño autista de 11 años y una niña de siete, de un programa de colocación familiar.
La pareja tenía al menos tres denuncias de maltrato en su contra en los últimos años pero jamás se le aplicaron medidas.
Las autoridades no precisaron la forma como había muerto Nubia ni conjeturaron sobre la fecha en la que se virtió la sustancia química sobre Victor.
Barahona, de 53 años, dijo a la Policía que colocó a su hija adoptiva muerta en la camioneta y y comenzó a conducir acompañado del niño con la intención de suicidarse.
Barahona se sentía afligido, dio al menor varias píldoras para dormir. Con la cabeza del niño sobre el muslo de Barahona, este se roció de gasolina, según documentos de la Policía.
Los vapores que emanaban del cuerpo del niño eran tan venenosos que empleados se sintieron mal cuando lo trasladaban en una camilla rodante al hospital.
Cuatro bomberos que trabajaron en el lugar de los hechos también fueron atendidos por su exposición a las sustancias químicas.
Los periodistas de The Associated Press, Jennifer Kay, en Miami, y Matt Sedensky, en West Palm Beach, contribuyeron a este despacho.
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