NUEVA YORK._ Julissa Reynoso, ha vuelto a escribir una página de oro en la historia de la inmigración dominicana a Estados Unidos. La abogada con títulos de las universidades de Harvard y Columbia, dijo que se siente altamente orgullosa de su dominicanidad y aseguró que trabajará en la República Oriental de Uruguay para mantener las excelentes relaciones que existen entre ese país y los Estados Unidos. La nueva embajadora norteamericana, nombrada recientemente por el congreso en Washington, tras ser nominada por el presidente Barack Obama y luego de haberse desempeñado exitosamente como subsecretaria de estado para asuntos hemisféricos en América Latina, fue despedida por docenas de amigos, familiares, allegados, políticos y activistas comunitarios de la comunidad en una glamorosa recepción celebrada el sábado en la noche en el restaurante Area 809, donde compartió y bailó, celebrando su designación.
Al conversar en exclusiva con este reportero sobre su nueva posición, dijo que ser embajadora de un país como Estados Unidos, es un nuevo reto en su carrera que procurará desempeñar, siguiendo la tendencia de su anterior trabajo el que juzgó como positivo.
“Me siento muy bien, orgullosa y entusiasmada y este nombramiento como embajadora en Uruguay, es un reto para aprender del pueblo uruguayo y trabajaremos para que la relación entre ese país y Estados Unidos, sigan siendo las mejores”, agregó Reynoso.
Dijo que en su rol como subsecretaria de estado, aprendió mucho y tuvo muchísimas oportunidades de crecer como profesional, aprendió y mejoró como persona. “Creo que pude hacer algo de diferencia y un trabajo positivo”, añadió la embajadora estadounidense en Uruguay.
Nunca dudó de que el congreso norteamericano la fuera a aprobar, pero dijo que se preocupó porque quería presentar los mejores argumentos posibles. “Fue complicado, pero hice todo lo posible parea estar preparada”.
En relación a que es la primera dominicana en ser nombrada embajadora de Estados Unidos en algún país del mundo, dijo que se siente muy orgullosa de sus raíces. “Gracias a la comunidad dominicana por el gran apoyo que siempre me ha dado, a partir de ahora, hay mucho que hacer y voy a continuar necesitando ese respaldo y ese cariño que he recibido siempre de mi comunidad”.
Reynoso, llegó en 1982 a Estados Unidos para vivir en el Sur de El Bronx. Allí, los de su barrio, la llamaban “shortie” y a veces “dominicana”. Muchos se burlaban de ella y los más escépticos, nunca quisieron concederle la posibilidad del éxito, pero Julissa, que luego se convertiría en una de las más aferradas activistas y difusora de la dominicanidad en el exterior, había venido dispuesta a vencer todas las barreras: desde convertirse en una estudiante con la excelencia académica, hasta alcanzar la cúspide. Asistió a una escuela católica del condado donde aprendió inglés.
Ya para 1993, estaba en Harvard, una universidad que entonces, era considerada como una de las más elitistas del mundo y donde sólo podían tener cabida los hijos de los millonarios, aquellos que tenían conexiones políticas y los que se relacionaban con altos ejecutivos de la institución.
Julissa, relata parte de sus experiencias a su llegada a Nueva York, su estancia en Harvard y en la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia en una historia que publicó en la Internet titulada “Being Latina at Harvard o Beyond” (Una latina llegando a Harvard o más allá).
La ahora flamante embajadora en Uruguay y que nació en una comunidad rural de la República Dominicana y que aunque llegó tras el sueño americano, no podía alejar de sus oídos el sonar la güira, la tambora, la música de Juan Luis Guerra, el arroz con gandules y otras costumbres y tradiciones criollas.
“Fui a Harvard, sin conocer una pizca de su historia o la importancia de la universidad”, relata.
Muchas de sus compañeras la confundían con una puertorriqueña.
Indica que se dio cuenta de que muchos de sus compañeros en Harvard, estaban obsesionados con descripciones e imágenes supuestas sobre su origen y nacionalidad.
“Nunca dejé de echar de menos El Bronx y mucho menos que era una dominicana, porque lo importante era tener una identidad: una forma de hablar, caminar, comer, reír, oler el pensamiento y la música. No podía bloquear en mis oídos el sonido de la güira y la tambora”, relata Reynoso.
Con el paso del tiempo, se fue familiarizando con la dinámica de la sociedad americana, pero notó que en la misma universidad, había estudiantes, profesores, intelectuales y profesionales de todas las razas, aunque no olvidaba que el término “spic”, un ofensivo epíteto contra los hispanos, era también usado en el pasado contra los dominicanos.
Posteriormente ella comenzó a unirse a grupos de defensa de la dominicanidad como “Fuerza Quisqueyana” con la misión de promover la identidad de los criollos y criollas en todas sus formas: el arroz con gandules, a Juan Luis Guerra y la mezcla de la bachata.
“Promover activamente la dominicanidad fue más natural de las actividades extra curriculares porque era promoverme a mí misma”, añade.
“Mis años en Harvard fueron realmente inolvidables. Conocí a gentes brillantes con el hermoso sueño de lucha y conquista. Muchos compañeros compartían sus esperanzas de cambiar al mundo y sus ideas para el dominio de la vida y eso, lo tomé muy en serio”.
Destaca que sus años en Harvard, fueron dedicados a explorar el mundo, viajando a través de Asia, Africa, América Latina y Europa en búsqueda de comprensión con laboratorios y experimentos. Después de graduarse en Harvard, Julissa, ingresó a la Universidad de Cambridge en Inglaterra, donde hizo una maestría en Desarrollo de la Filosofía. “Allí, conocí soñadores de otros mundos y encontré que y menos aún los dominicanos, eran mucho más que una raza rara en Harvard”. Explica que en Inglaterra, “encontré mi tribu: una mujer dominicana, un francés puertorriqueño y un par de mexicanos”.
Y en Cambridge, a muchas millas lejos de la tierra donde ella vivía, halló la nueva raza y entendió a América. “Después de Inglaterra, Nueva York me esperaba y me abrazó como si hubiera sido su hija pródiga. Mi próximo refugio fue la Escuela de Leyes de la Universidad de Columbia”.
Expresa que Washington Heights, el barrio predominantemente dominicano en la ciudad donde vivía, le sirvió como una fuente de ideas, un patio de recreo para experimentar con problemas y soluciones. Tras graduarse en Harvard en 1997, completó una maestría en Cambridge en 1998 y luego en Columbia. Fue co fundadora del grupo Dominicanos 2000.
Julissa trabajó como asistente de la jueza Laura Taylor Swain en la Corte Federal del Distrito Sur en Nueva York y fue miembro del Concejo de Relaciones Exteriores. En el 2006 laboró como subdirectora de la Oficina de Responsabilidad del Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York y luego como parte del bufete de abogados Simpson Thacher & Bartlett LLP, con especialidad en litigios internacionales.
Fue nombrada en el Departamento de Estado el 16 de noviembre del 2009.
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