Por: Arismendy Martínez
HAVERSTRAW, NY.- Cada día leemos en los diferentes medios de comunicación de República Dominicana reseñas de hechos de violencia, traducidos en atracos, robos, corrupción, asesinatos, tanto pasionales como callejeros, esto parece ser la tónica de cada día. La tierra que una vez llamara el almirante Cristóbal Colón como la región más bella que ojos humanos hayan visto, parece sumida en un estado de tierra de nadie, donde la impunidad y la delincuencia son la compañera inseparable de los residentes en esa tan añorada media isla que responde al sonoro nombre de Quisqueya.
Laboriosos padres y madres de familia han hecho de sus casas las cárceles para sus guaridas, debido a que los delincuentes se han adueñado de las calles, los residentes de nuestro país parecen vivir en una constante zozobra social, pues, las autoridades es poco lo que hacen para parar este estado de cosas que cada día sume a nuestro país en un miedo colectivo.
Tenemos un presidente que tarde se ha dado cuenta de lo que está pasando en la sociedad dominicana, país en el cual nació y que sus teorías de convertir a esta nación que forjaran los ideales de Juan Pablo Duarte al frente de la Trinitaria, en un Nueva York chiquito, ese país idealizado solo en su cerebro mediático, hoy está al borde del colapso social.
Los dominicanos estamos cansados de tantas y tantas promesas de políticos indolentes y mentirosos, quienes con la consabida maniobra de palabras altisonantes, han logrado enarbolar unos principios ideológicos que están muy distantes de sus reales intenciones. La desesperación de tantas abnegadas madres de familias que ven a sus hijos salir, mientras ellas quedan sumidas en la incertidumbre de si los verán regresar al hogar sanos y salvos. La desesperanza de tantos padres de familia que cada día se levantan con la disyuntiva como ganar el sustento de sus vástagos en un país donde el alto índice de desempleo es uno de lo más alto de América Latina.
En medio de este panorama nuestro país se encuentra sumido en un descarnado proceso electoral y una vez más los aspirantes a gobernar nuestro país, han echado mano a la desvirtuada costumbre de las promesas huecas tratando de ganarse la confianza de los electores. No faltarán quienes amparados en el poder del dinero y la influencia de sus posiciones, traten de influenciar en la preferencia de los hombres y mujeres con derecho al voto a favor de sus aspiraciones.
De otro lado se encuentran los que con sus propuestas tratan de convencer a esos mismos votantes de que tienen la solución a los grandes males sociales que afecta nuestra sociedad, a saber, falta de seguridad ciudadana, narcotráfico, violencia en su máxima expresión, corrupción al más alto nivel, desempleo, falta de electricidad, descuido a los diferentes niveles educativos, falta de salud a la población, alto costo de la vida, falta de agua potable entre otros males.
La población está candada de este estado de cosas que le afecta en el devenir de cada día y aunque la mayoría talvéz está consciente de que la solución a estos males no se encuentra en las promesas vacías de los políticos, espera por lo menos que haya un cambio de protagonistas y que esto le pueda traer un poco de esperanza ante tanta incertidumbre social. Los dominicanos que residimos fuera del país sentíamos la alegría de regresar a nuestro país a disfrutar de unas merecidas vacaciones a compartir con familiares y amigos, era una meta familiar de cada familia en cada año, pero, la realidad que se vive actualmente es de un miedo colectivo, pues existe recelo de quien va delante o detrás de nosotros, ante la inseguridad ciudadana que se vive, pues nadie sabe las intenciones de otros.
0 comentarios:
Publicar un comentario